Vuelve el fútbol no profesional y con él, el público a los estadios

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Aficionados del Xerez Deportivo FC en su primer partido de esta temporada

Siete meses después vuelve el fútbol “no profesional”, y con él, vuelve la presencia de público a los estadios. Eso sí, con restricciones que no dejan que nos olvidemos de esta nueva, y triste realidad. 

Poco a poco nos vamos acostumbrando a ver por televisión los partidos correspondientes a Primera y Segunda División, donde nos encontramos con la frialdad de una grada vacía y desolada, sin el color y ruido de su afición. Una imagen que, creo, desde el principio nos impactó a todos. ¿Quién nos iba a decir hace un año que viviríamos un final de liga o un play off de ascenso sin público y sin celebraciones? 


Todo parecía una pesadilla, pero por momentos da la sensación de que la realidad supera, negativa y desgraciadamente, la ficción. Una realidad que muy poco a poco va viendo la luz. Pero muy poco a poco. El fútbol profesional todavía puede contar con el sustento económico que genera La Liga, los derechos televisivos… todo lo contrario a la dura y cruda realidad que se encuentran los conjuntos del fútbol no profesional, cuyo salvavidas era, es, y será la aportación de sus abonados más fieles. Abonos que, por cierto, han sembrado algún que otro caos… pues hemos visto campañas de abonos totalmente dispares, con precios desorbitados y condiciones nefastas. Otros, en cambio, han sabido lanzar una campaña acorde a la situación actual que está viviendo nuestro país. 


Aunque algunos de nuestros representantes consideran el fútbol como algo “prescindible y no prudente”, la realidad es que cada vez vemos más aviones, más autobuses y trenes repletos de gente, o plazas de toros, cines y teatros con cierto porcentaje de capacidad. ¿Por qué no poder ir al fútbol? El fútbol no profesional está “de enhorabuena”, y es que son los afortunados que vuelven a ver las gradas ocupadas por sus seguidores. 


Estas gradas, en la mayoría de casos, se ven obligadas a dejar fuera a muchos de sus seguidores, pues el aforo permitido es mínimo. Está claro que debido a la crisis sanitaria en la que nos encontramos es imposible ver un estadio lleno, pero mi pregunta es: ¿En qué se están basando las Comunidades Autónomas para decidir cuántos aficionados pueden ir? ¿Por qué hay tanta diferencia entre unas y otras? ¿Por qué no establecen unas pautas para tomar esta decisión de la forma más justa para todos? 


Puede que me equivoque, pero sigo sin comprender cómo en un estadio cuyo aforo en condiciones normales es de 3.500 personas, puede acoger a 1.500 en esta nueva situación. Ojo, me parecería perfecto si se garantizase la adecuada distancia de seguridad y el protocolo fuera el correcto (no dudo que así sea). ¿Pero por qué en un estadio con aforo de 8.120 personas, ahora sólo se permite la entrada de 2.000? También existen casos de estadios que acogerán un 50% de su aforo inicial, mientras otros, como el Rico Pérez, lo ha solicitado y con una capacidad de 28.000 aficionados, únicamente permiten la entrada a 1.000. 


Esto es lo que tanto a mi, como a muchos amantes del fútbol, nos desconcierta. Creo que lo más coherente, justo y también sencillo, sería crear un protocolo que sirva como guía a todas las Comunidades Autónomas, y así ayudarlas a tomar esta decisión. Una decisión complicada, decisión de la que depende la ilusión de muchos aficionados, la salud de los mismos, y el sustento económico de los equipos. Es una decisión compleja que nunca gustará a todos, pero está claro que si hay igualdad hay justicia, y si hay justicia, guste o no, queda poco que reprochar. 


Mientras tanto, y hasta que se pongan de acuerdo, solo nos queda disfrutar. Volver a disfrutar de entrar a un estadio de fútbol, de animar a tu equipo, de la ilusión y felicidad tras la victoria y la tristeza y decepción tras la derrota. Pero en definitiva, volver a disfrutar del fútbol, desde dentro, volviendo a sentir ese cosquilleo en el estómago. Es el momento de volver a sonreír, aunque esta vez nuestra sonrisa se verá reflejada en nuestra mirada, una mirada que posiblemente se inunde de emoción cuando volvamos a sentir aquello que algunos consideran prescindible, pero que a muchos de nosotros nos da vida. Es el momento de volver a sentir aquello que no sentimos desde hace siete meses, y que por fin, está de vuelta.


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