¿Es compatible el fútbol profesional con el fútbol popular?

Inaugurando mi participación en esta web, tan necesaria en tiempos de fútbol moderno y alejado de la afición, me gustaría hablar de la compatibilidad entre el fútbol popular y el fútbol profesional.

Para ello, antes debemos definir qué significa el fútbol popular. Para mi implica que los equipos mantengan sus tradiciones y valores intactos, repercutan positivamente en sus barrios, pueblos, ciudades, o incluso provincias, y sobre todo, que sus aficionados participen de las decisiones. Estas bases son innegociables, después podremos movernos en modelos más o menos puristas, pero sin esto no creo que podamos hablar de fútbol popular.

Pero entonces, ¿es esto compatible con el fútbol profesional actual? Por supuesto. En el fútbol alemán, donde por ley es obligatorio mantener como mínimo el 51% propiedad de los aficionados (salvo excepciones), encontramos muy buenos ejemplos, tanto de clubes donde los aficionados tienen la mayoría del poder del club, como de clubes donde sus socios tienen la totalidad del poder. De hecho, la Bundesliga es una de las ligas que más está creciendo en términos económicos, y es la liga con más asistencia a los estadios de Europa, todo gracias a comprender la realidad del fútbol.


En un mundo mercantilizado y cada vez más individualista, la afición por un equipo es de los pocos sentimientos románticos que nos quedan, haciéndonos sentir parte de algo. Esto lo entendieron en Alemania, y por eso han sabido combinar un modelo que respeta al aficionado y lo escucha, con un modelo moderno que acepta inversores para profesionalizar más a los equipos, siempre bajo el control de los socios.

¿Y por qué esto no ocurre en España? Porque aquí el modelo que se adoptó fue uno en el que se obliga a todos los clubes (salvo las cuatro famosas excepciones de Real Madrid, FC Barcelona, Athletic y Osasuna) a transformarse en Sociedad Anónima Deportiva, o lo que es lo mismo, en una empresa. Esto se hizo sin ningún tipo de restricción, ni control, permitiendo la entrada de cualquier propietario a los equipos de fútbol, que en su mayoría, poco interés tenían en que la parcela deportiva fuera bien. Tenemos a Jesus Gil o Piterman, y más actualmente, Al-Thani o Peter Lim, todos ejemplos de lo que significa que una afición pierda el control de su equipo, y que los equipos estén al borde del desastre.

A raíz de este desapego por los equipos "modernos" y alejados del aficionado, nace un movimiento por el que se fundan equipos totalmente democráticos por toda España y que en esta web conocéis todos muy bien. Uno de los pioneros es Unionistas de Salamanca, a un paso del fútbol profesional. Este equipo es un ejemplo de gestión, y una muestra para todo aquél que ve utópico que un equipo esté totalmente gestionado por sus socios. Pero lo cierto es que si subiera a segunda división, por culpa de esta ley desactualizada, estarían obligados a convertirse en una Sociedad Anónima Deportiva y perder una de sus insignias más características, su condición de club.


Esto es totalmente injusto, así como la imposibilidad de que otros equipos de la máxima categoría, puedan revertir esa condición y vuelvan a ser clubes. Es por eso que desde FASFE se presentó una propuesta para modificar la Ley del Deporte, en el que se pretendía también incluir la obligatoriedad de que el 51% de las acciones residiera en los clubes, como en Alemania, y por otro lado, que se eliminara la obligatoriedad de constituirse como club si se ascendía a las categorías de fútbol profesional. Este proyecto tuvo muy buena acogida, pero no ha sido tramitado por los intereses obvios que hay detrás del fútbol. Pero en política sabemos que donde hay un caladero de votos, ahí acuden los políticos, es por eso que debemos seguir defendiendo un cambio de modelo, para que cada vez seamos más, y al final el cambio de modelo en el fútbol sea inevitable. 

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